Un rumor puede hundir un mercado en segundos o puede hacerlo subir como la espuma casi instantáneamente, pero si usted desea éxito a largo plazo en el mundo de las inversiones bien hará de abstraerse de los rumores para tomar sus decisiones de inversión.

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La información es poder pero cuidado con el rumor

El valor de la información (en todos los ámbitos de la vida y, por supuesto, también entonces en el ámbito de las inversiones) es de sobras conocido. Disponer de buena información puede marcar, y marca, la diferencia entre tomar una decisión empresarial correcta o errónea y puede suponer tomar una decisión que tenga consecuencias trascendentes, pero atención: una cosa es la buena información y otra muy distinta es el ruido que genera mala información que usted decida y mucho peor aún son los rumores, potencialmente nocivos y, en muchas ocasiones, incluso malintencionados.

La buena información es aquella información contrastada y bien fundada, aquella información fidedigna y de calidad, aquella información que procede de fuentes fiables y que no le desinforma, sino que le forma, que le ayuda a tomar las decisiones, las buenas decisiones.

En el entorno actual, el problema ya no es el acceso a la información (tal y como ha sido durante siglos), el mundo actual toda la información del planeta está a un simple clic de distancia, el problema es encontrar dentro de todo ese magma, saber extraer de toda esa variedad, la buena información.

La mala información, el ruido y los rumores en las inversiones

Al contrario de todo lo anterior, la mala información es aquella información que llega desestructurada, o empaquetada, pero que no cumple con la función de informar debidamente, que no cumple con la función de formar ni de dotar de una opinión fundada.

La mala información puede producirse simplemente por no saber dilucidar entre la buena y la mala información, por no saber cribar y escoger adecuadamente las fuentes de información que más le pueden convenir para su toma de decisiones inversoras, pero también puede producirse por intenciones cuanto mínimo tendenciosas, cuando no directamente maliciosas, de quien emite la información.

La comunicación (y la información no es nada más que comunicación entre dos partes)  es la transmisión de un flujo determinado de datos (del tipo que sean) entre un emisor de la misma (quien emite la información) y un receptor de tal información (quien recibe esa información, en el caso que aquí nos ocupa, usted), cuando esa información transmitida  no es fidedigna se produce ruido y llega al receptor en malas condiciones pues no se corresponde a la real realidad (permítase la redundancia) del asunto que la misma trata.

La peor de las informaciones que puede recibirse (si es que realmente puede llegarse a llamar información) es la información que procede de los rumores, y tomar decisiones en base a esos rumores que se reciben es la opción, cuanto menos, poco inteligente que se puede tomar.

Cierto es que los rumores (los buenos) pueden suponer una gran oportunidad y generar una oportunidad clara de inversión, pero cierto es también que los rumores son capaces de provocar los desastres más grandes en la toma de decisiones.

Un rumor puede llegar a ser escuchado, pero de esto a tomar una decisión inversora en base a ese mejor rumor medio un trecho muy largo y sin duda puede suponer un gran riesgo.

Como en todo, hay rumores buenos y malos, los buenos tal y como se indicaba pueden ser una gran oportunidad pero aun y cuando fuese así ante los rumores usted debería contrastar esa información, esos datos que le proceden de los mismos y en base a una ponderación adecuada de todos los inputs que usted pueda recibir sobre el tema en cuestión es que usted debería tomar la decisión de inversión que correspondiere, todo ello para que esta fuese lo más fundada y fundamentada posible.

No debe olvidarse que el potencial destructivo en los mercados inversores es enorme por ello no debe menospreciarse el poder de los mismos y es que por ejemplo una simple mención en las redes sociales puede provocar un descalabro mundial instantáneo en los principales mercados bursátiles del mundo.

Todo este potencial de los rumores (de los buenos y de los malos) hace que los mismos sean extremadamente valorados y utilizados por quienes manejan intereses en los mercados inversores. En ocasiones, en la transmisión de rumores no existe mala intención alguna pero en muchas ocasiones los rumores tienen su origen en intenciones no tan benignas precisamente.

Sea como sea, usted bien hará en abstraerse de los mismos si quiere tomar decisiones acertadas de inversión, pues en el caso de los rumores benignos pero no contrastados simplemente se estará a merced de la sesgada visión del momento de una tendencia que puede no tener fundamento y, en el segundo de los casos, el potencial daño a sufrir es más que evidente.

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