La edad de las personas influye en muchos aspectos e incluso determina la evolución general de un país en relación a que su estado del bienestar sea sostenible, la productividad del mismo o la composición del mercado laboral, pero lo que mucha gente desconoce es que las edades las personas influye incluso en los mercados financieros y, muy especialmente, en la bolsa.

Gran parte del mundo se dirige hacia un envejecimiento acelerado de la población y ello, entre otros muchos factores, incide incluso en la toma de decisiones bursátiles y, en consecuencia, en el devenir de las mismas cotizaciones de las distintas bolas del mundo.

La madurez de la vida, o mejor dicho la etapa de la vejez, siempre se ha caracterizado por demandar productos de un perfil financiero más conservador, menos arriesgados y, en consecuencia, la bolsa en la mayoría de casos ha sido pocas veces el destino de los ahorros que sobrepasan los 60 años, o como mínimo no ha sido el destino mayoritario, el grueso principal de sus ahorros.

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Lo anterior en un mercado donde la demografía se reparte a partes iguales o mejor aún donde la base de personas jóvenes es muy elevada es algo positivo, pues permite que existan distintos grados de perfiles inversores, que cubran las necesidades de todos ellos y que a través de cada producto se dé respuesta a cada necesidad específica de cada persona en concreta. Pero ello, en un mercado donde la pirámide demográfica se está invirtiendo muy rápidamente y las personas de más de 60 años están copando la mayoría de posiciones, es un riesgo.

Y es un riesgo porque, tal y como se indicaba, estas personas de una edad más avanzada, tienen comúnmente una toma de decisiones más conservadora en el ámbito de las inversiones y ello supone que en sus carteras de inversión las inversiones directas en bolsa o los activos relacionados directamente o indirectamente con las cotizaciones bursátiles tienen un peso mucho menor.

Lo anterior tiene un sentido muy claro y resulta lógico pues de sobras es sabido que cuantos menos años de expectativa se tienen para una inversión determinada lo más recomendable es escoger de menor riesgo pues no es lo mismo realizar una inversión a 30 años vista en el cual exista tiempo suficiente para la revalorización que hacerlo a plazos de tiempo mucho más ajustados.

A todo ello debe sumársele un aspecto nada desdeñable: una alta tasa de paro en el país que afecta a los muy jóvenes pero que, sobre todo, se ceba con las personas mayores de 45-55 años también hace que estas personas tengan muy difícil generar ahorro y destinar el capital suficiente para dedicarlo a las inversiones bursátiles, con el agravante añadido de que para muchas de estas personas la reinserción laboral es tarea muy difícil y en una gran proporción las mismas resultarán expulsadas para siempre del mercado laboral.

Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que sí bien obviamente las inversiones en bolsa seguirán siendo una de las principales inversiones a tener en cuenta por la mayoría de inversiones también lo es que la cuantía y volumen de estas puede verse muy disminuido. Máxime en un escenario donde recientes estudios realizados por CaixaBanc Research pronostican que sólo en una década el nivel de ahorro global (y, por tanto, de capacidad de inversión) puede verse reducido nada más y nada menos que un 25%.

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